De las reparaciones a la restauración
En otras ocasiones, las «heridas» proceden de las buenas intenciones, que llevaron a alguien en el pasado a reparar los daños de un libro, aunque aplicando un mal remedio (desde el punto de vista actual). Las prácticas reparadoras más antiguas son las reconstrucciones manuscritas de las partes perdidas de texto o los «injertos» con papel o pergamino. Las técnicas más modernas han aumentado el catálogo de productos perjudiciales que se pueden utilizar (como la cinta adhesiva) al igual que la agresividad de los tratamientos posibles (como el uso de la laminadora de papel). De igual manera han evolucionado los criterios de restauración. Ahora, lejos de intentar devolver al libro a un «hipotético» estado original, como pretendía la restauración «artística», se preservan estas huellas, ya que ofrecen información valiosa sobre la historia de su manipulación y conservación.