La huella de la naturaleza
Los avatares históricos, como la censura y las guerras, no son los únicos culpables: los daños que afectan a un libro pueden proceder también de otras fuentes como los accidentes o la propia acción de la naturaleza, siempre presente. El agua y el fuego, ya sean provocados o fortuitos, pueden causar daños irreparables si no se consiguen atajar a tiempo. En cambio, la labor de microorganismos o insectos bibliófagos, que se alimentan y dañan directamente los materiales orgánicos, es más pausada, aunque pueden hacer verdaderos estragos tanto en el papel como en las encuadernaciones. Destaca por su peligrosidad la carcoma, cuya larva excava galerías sinuosas. Otros insectos amantes de consumir papel son las termitas, los pececillos de plata, algunos tipos de cucarachas y, en algunos casos excepcionales, los roedores. Su preferencia por los papeles artesanales hace más vulnerables aún a los libros antiguos.