Contexto

Misal Rico de Cisneros

Bernardino de Canderroa. Festividad de Todos los Santos. Madrid, BNE, ms. 1540, vol. VII, f. 213r.

Misal Rico de Cisneros

A principios del siglo XVI existió en Toledo un taller muy notable dedicado a la copia e iluminación de códices de gran calidad. Merece ser destacada la producción de libros litúrgicos de lujo, algunos de ellos con destino a la sede primada. La obra más ambiciosa fue el llamado Misal Rico de Cisneros. Los siete grandes volúmenes que comprende se hicieron entre 1503 y 1518. La escritura, de una regularidad sorprendente, la realizó en gran parte Gonzalo de Córdoba, quien debió de emplear el sistema del estarcido, esto es, una plantilla perforada con las figuras de las letras. Las ricas orlas e iniciales fueron ejecutadas por varios artistas. El más destacado fue Bernardino de Canderroa, a quien se debe la página que se expone.

Escudo de armas del Cardenal Cisneros

El escudo de armas de Cisneros trae ajedrezado de oro y gules en quince jaqueles. En el lenguaje heráldico cualquier rectángulo que se halle repetido más de cuatro veces es llamado «jaquel». Al describir los esmaltes, se pone en primer lugar el que se halla en el lado diestro de la parte superior del escudo. En el caso de Cisneros es el oro (4a).

Las dignidades de la Iglesia podían usar las mismas armas que los seglares, esto es, las de su propio linaje, con la única condición de timbrarlas de un modo particular. Los arzobispos primados deberían coronarlas con el capelo, sombrero forrado de sinople (esto es, de color verde) y guarnecido de dos cordones de lo mismo que penden entrelazándose hasta formar cada uno de ellos diez borlas. Asimismo, ostentarían bajo el sombrero y detrás del escudo una cruz de dos traversas treboladas de oro. Los cardenales se diferenciarían por el color rojo (gules) del forro del capelo  y por el número de borlas que serían quince.

Tales eran las normas canónicas de la heráldica eclesiástica, ahora bien con frecuencia no se respetarán todas las particularidades descritas a la hora de reproducir el blasón, tanto en las armas del linaje, que con frecuencia invierten los colores del ajedrezado, como en lo que respecta al sistema gradual de las borlas. En algunos casos el diseño primitivo prevaleció sobre el cardenalicio o bien se prefirió subrayar la primatura arzobispal.

Las armas descritas eran de carácter personal. Ahora bien, por ser Cisneros el fundador del Colegio Ildefonsino, se tendió a reproducir su escudo en la institución y en otras obras suyas, incluidas las ediciones de su patrocinio, para manifestar públicamente la dependencia de su persona. Tras la muerte de Cisneros, se inició un proceso lento de modificación de los elementos heráldicos con la finalidad de vincularlos de manera simbólica a la sede universitaria, obra suya originariamente. Por otra parte, la decadencia del lenguaje heráldico favoreció con el paso del tiempo la introducción de elementos parlantes, tales como el dibujo de uno o dos cisnes, en clara relación léxica con el apellido del Cardenal, o bien el cordón  propio de la Orden de los franciscanos, a la que perteneció Cisneros. El gusto por la emblemática de la etapa barroca contribuyó a la creación de modelos complejos que fueron evolucionando según las corrientes artísticas dominantes y los intereses políticos del momento. No es este el lugar adecuado para describir los avatares de lo que hoy es un símbolo icónico, esto es, una representación motivada e inexacta que remite a una institución académica prestigiosa.

Modernidad y tolerancia

El contenido del siguiente pasaje  de las Constituciones del Colegio Ildefonsino es en extremo interesante ya que, en nombre de la tolerancia, se decide que en la Facultad de Teología fuese posible estudiar las tres vías: Santo Tomás, Duns Escoto y los Nominalistas. Esta amplitud de miras, tendente a ofrecer una formación acorde con las principales escuelas que dominaban el panorama filosófico-teológico internacional, se comprueba cuando se pasa revista a los títulos de Teología y Filosfía que se adquieren para la Biblioteca. Son obras que suscitaban gran interés por aquellos años:

 Puesto que, según la enseñanza del Eclesiastés, las palabras de los sabios y los consejos o proposiciones de los maestros  se asemejan  como si procediesen de un solo pastor y maestro, del mismo modo sería muy deseable y digno de aplauso que los escritores sobre las sentencias de los Padres y sus tratadistas coincidiesen en sus vías y argumentaciones  en un único parecer, pero no es así, y nosotros, para ayudar en algo a las luchas escolares en sus ejercicios y concertaciones y, sobre todo, buscando la tolerancia, disponemos que en nuestro Colegio, además de las lecciones del texto de la Biblia y del Maestro de las Sentencias [i.e. Pedro Lombardo], que están obligados a leer ordinariamente los bachilleres que cursan Teología, haya además en la Facultad teológica tres cátedras magistrales, tantas como vías seguidas en las escuelas en estos tiempos, a saber, una dedicada al Santo Doctor [i.e. Tomás de Aquino], otra a Escoto y una tercera a los Nominalistas (cap. 43).

Tríptico de la exposición